Un domingo entre murciélagos, barricas y vino vivo


El pasado domingo 9 de noviembre parte del equipo de El Gastrónomo puso rumbo a Bodegas Enguera, una casa con la que llevamos años trabajando y a la que aún le debíamos una visita. Íbamos con la curiosidad abierta; volvimos con la cabeza llena de ideas y el corazón un poco más enamorado del vino.


Nos recibieron Pedro y Juan Ramón Iglesias Pérez, tercera generación de una familia que ha hecho de la viticultura ecológica un compromiso y de la autenticidad, una forma de mirar el mundo. Pedro, convirtió lo que podría haber sido una visita convencional en una sacudida de 90 minutos que nos obligó a despertar: historia, técnica, sostenibilidad… y una pasión por el oficio que se contagiaba sola.


Hablamos de cómo llegaron a convertirse en referentes en cultivo ecológico en la Comunitat Valenciana y de cómo, en un sorprendente giro, convirtieron a los murciélagos en sus aliados naturales contra plagas como la polilla del racimo. “Un murciélago puede consumir hasta 3.000 mosquitos en una noche”, nos recordó Pedro. Y de esa simbiosis nació una seña de identidad: Enguera, la bodega de los murciélagos, con sus ya famosas “noches de los murciélagos”, cena incluida.


También descubrimos por qué practican la vendimia nocturna: recoger la uva fría, en silencio, permite controlar la fermentación desde el primer minuto, evitando arranques espontáneos y conservando mejor la calidad del fruto. La noche como aliada; otra lección para guardar.


Tras el recorrido, llegó el turno de Juan Ramón y la cata. Con él entendimos el equilibrio que hoy define a la bodega: la convivencia entre variedades autóctonas —como la casi desaparecida Verdil o la Monastrell— y otras foráneas que su familia decidió incorporar, como Chardonnay o Marselan.


Catamos tres vinos que forman parte de nuestra carta:

· Blanc d’Enguera
Verdil, Chardonnay, Viognier y Sauvignon Blanc fermentados en barrica. Versátil, estructurado y con una complejidad que lo convierte en un comodín perfecto tanto para entrantes como para platos más profundos.


· Megala
Monastrell, Marselan y Tempranillo. Doce meses de crianza, mucha vida por delante. Un vino joven, serio, lleno de matices. Un vinazo.


· Verdil de Gel
El único vino de hielo del mundo elaborado con la variedad Verdil. El primero de su tipo en toda la Comunidad Valenciana. Fino, elegante, perfumado, nada empalagoso. Una joya en medio litro.


Terminamos hablando del presente del vino, de su mercado cambiante y del futuro que inevitablemente pasa —nos guste o no— por los vinos sin alcohol. Igual que ocurrió con la cerveza, si aparece un equivalente digno, habrá consumo. Otra reflexión para guardar.


Fue una jornada luminosa, de aprendizaje auténtico y conversaciones que se quedan. Nos volvimos con la sensación de haber entendido un poco mejor el paisaje, el vino… y a quienes lo hacen posible.